Cuando se trata de acción climática, tendemos a centrarnos en lo que se requiere en términos de soluciones, acciones, visiones y planes. A pesar de que cada día sabemos más sobre el cambio climático y de cómo nos hemos centrado en desarrollar soluciones prácticas para hacerle frente, ?por qué no somos capaces de frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y no hemos logrado colectivamente las reducciones significativas que tan urgentemente necesitamos? ?Estamos abordando los verdaderos obstáculos que impiden una transición hacia las cero emisiones?
En el marco de un estudio realizado a lo largo de varios a?os y dirigido por el equipo de Foresight de Arup University, destacamos tres retos fundamentales que siguen obstaculizando el éxito de una transición mundial a escala real hacia las cero emisiones.
Este artículo aborda el reto de reconocer y afrontar las interdependencias globales en los programas de mitigación del cambio climático más conocidos.
Un vaivén global
Los objetivos y las normativas climáticas se definen a escala nacional, mientras que la producción y el consumo tienen lugar a escala mundial. Las grandes empresas suelen anunciar objetivos de reducción de sus emisiones, pero externalizan las actividades que generan muchas emisiones a otros eslabones de sus cadenas de suministro. o. Al mismo tiempo, es comprensible que los gobiernos encuentren dificultades la hora de priorizar la acción por el clima ante las presiones cotidianas y la necesidad de mantener la estabilidad sociopolítica.
“Las normativas y los incentivos económicos que pretenden reducir las emisiones sin reconocer la naturaleza mundial de las cadenas de suministro se limitan a trasladar las actividades con mayores emisiones de carbono a países más vulnerables y menos desarrollados. No impulsan un cambio real. ”
Las medidas para hacer frente a la crisis climática deben ser conscientes de la naturaleza global del comercio, la industria, la producción y el consumo. Gran parte de las emisiones se deben a decisiones vinculadas a cadenas de suministro mundiales. Las normativas y los incentivos económicos que pretenden reducir las emisiones sin tomar en consideración estas interdependencias globales, se limitan a trasladar el impacto y las actividades con mayores emisiones de carbono a países más vulnerables y menos desarrollados. No impulsan un cambio real.
La comida que comemos, las cosas que fabricamos
Dos sectores clave de la economía mundial son un claro ejemplo de esta cuestión. La agricultura y la industria son los sectores más interdependientes a escala mundial y representan casi la mitad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. El comercio internacional y las cadenas de suministro de estos sectores impulsan los mercados y las dimensiones de las actividades y operaciones.
Pongamos por ejemplo un producto familiar para los consumidores de todo el mundo: una simple tableta de chocolate. Una marca británica consolidada produce una barra con solo ocho ingredientes, pero la cadena de suministro y producción subyacente incluye materiales y fabricación en al menos cuatro países diferentes:


La complejidad de la cadena de suministro aumenta enormemente en el caso de productos más sofisticados que dependen de distintos materiales, conocimientos y procesos en diferentes países. Sabemos que es habitual que el dise?o, la distribución y la venta de un producto se localicen en una parte del mundo totalmente distinta de donde se fabrica el producto (y donde se llevan a cabo las actividades con mayores emisiones de carbono que se requieren para crear el producto). Por tanto, el papel y la responsabilidad de los distintos países en la reducción de las emisiones agrícolas e industriales no es tan sencillo como hacer un seguimiento y medir sus actividades nacionales.
El clima, la geografía, la política y el acceso a los recursos naturales han determinado el papel de cada país en los mercados mundiales de la agricultura y la industria. Además, los distintos niveles de gobernanza y regulación hacen que algunas regiones sean más susceptibles de explotación medioambiental y/o social. Esto implica que el valor para la economía local y el coste de producir el mismo producto -así como la presión social y legislativa para mitigar su impacto- pueden variar mucho según la región.
A modo de ejemplo, el sector agroalimentario de Brasil -el mayor exportador neto de productos agrícolas del mundo- representaba casi el 30% de su PIB en 2021 (cifras del gobierno de EE.UU.). A pesar de la presión mundial y nacional para preservar y gestionar mejor su extensa superficie forestal, la importancia económica de la agricultura en Brasil ha tendido a debilitar la acción gubernamental para proteger sus bosques, apreciados a nivel internacional. Paralelamente, Brasil suministra productos agrícolas y alimentarios a 222 países: el resto del mundo depende de su producción alimentaria y es la verdadera fuente de la creciente demanda de tierras cultivables en Brasil. Alrededor del 40% del segundo ecosistema más grande del país, la Selva de los Cerrados, se ha talado para cultivos y pastos.
Sin una mayor comprensión del papel que desempeñan los distintos actores (y regiones en las principales cadenas de suministro, así como de los principales factores que impulsan las actividades intensivas en emisiones), nuestros esfuerzos por reducir las emisiones de carbono apenas producirán cambios, e incluso tendrán consecuencias negativas e imprevistas que anularán cualquier avance.
Herramientas para el trabajo
Si queremos reducir eficazmente las emisiones, necesitamos un mecanismo global de seguimiento y gestión del consumo y la producción, tanto en la agricultura como en la industria.
Una de las opciones es establecer un impuesto mundial sobre el carbono. Otra solución podría ser un marco único obligatorio para todas las grandes empresas con unas sanciones aplicables supervisadas por una entidad con poder legal y con un sistema de seguimiento, notificación y reducción de las emisiones en todas las naciones. Ya ha habido intentos de introducir soluciones de este tipo y se están debatiendo constantemente, pero hasta que no se apliquen de forma adecuada, exhaustiva y contundente, seguiremos desatendiendo la realidad de las interdependencias mundiales y limitando en gran medida la eficacia de nuestras propuestas para alcanzar las cero emisiones netas.
Cero neto: la ambición a largo plazo frente a las prioridades a corto plazo
Las interdependencias globales también están determinadas directamente por las circunstancias internas de los países. Muchas naciones que se resisten a la acción climática se enfrentan a retos sociales y económicos específicos que dificultan su capacidad para actuar frente al cambio climático. Muchos países siguen luchando por mitigar la pobreza, lograr la estabilidad política, satisfacer la necesidad de sus ciudadanos de tener acceso a la energía o gestionar la deuda nacional existente. Indonesia, por ejemplo, es el mayor exportador de carbón del mundo y el mayor productor mundial de aceite de palma, responsable de un tercio de la deforestación reciente. Los intereses de la industria del carbón están presentes en el gobierno nacional y, dado que el 10% de la población indonesia vive por debajo del umbral de la pobreza, la adopción de medidas reales contra el cambio climático y la reducción de la producción de carbón están estrechamente ligadas a la economía actual y a otros retos y prioridades más complejos.
Al estudiar los diferentes países, sabemos que cada uno de ellos debe enfrentarse a retos importantes y específicos. Nuestra investigación también pone de manifiesto que algunos de los principales obstáculos son habituales en muchos países que intentan hacer frente al cambio climático. Además del desequilibrio entre las medidas adoptadas para el progreso económico y las necesarias para hacer frente al cambio climático, los frecuentes cambios de gobierno y la consiguiente fluctuación en la firmeza del compromiso con la acción climática, así como la falta de consecuencias jurídicas inmediatas y graves en caso de incumplimiento de los objetivos climáticos, son algunos de los retos más comunes a los que se enfrentan los países.
Las presiones políticas siempre estarán presentes, por lo que es esencial que los líderes políticos comprendan que las naciones no podrán actuar contra el cambio climático si tratan las políticas de acción climática como un punto aislado de la agenda, separado de otras prioridades nacionales. Para lograr un verdadero compromiso a largo plazo en la lucha contra el cambio climático, los países deben incluir la limitación de las emisiones en todas sus estrategias y programas de actuación nacionales, ya se trate de cuestiones sociales o económicas o de inversiones en tecnología e innovación.
Coordinarse para reducir las emisiones
En definitiva, lo que se necesita es una coordinación internacional más fuerte y eficaz para hacer frente al cambio climático y al reto de las "interdependencias globales". Las cumbres anuales de las Naciones Unidas sobre el clima -las Conferencias de las Partes (COP)- constituyen actualmente el mejor barómetro del compromiso y la coordinación a escala mundial. Aunque en ellas se han logrado algunos avances políticos, han resultado insuficientes para conseguir una reducción real y duradera de las emisiones.
El último estudio de las Naciones Unidas concluye que los compromisos asumidos por los países (denominados contribuciones nacionales determinadas, NDC por sus siglas en inglés- que establecen los objetivos y acciones propuestos por cada país para reducir las emisiones) en 2022 supondrían un aumento de las emisiones mundiales del 10,6% para 2030, si se aplicaran en su totalidad. Sin embargo, el objetivo de las NDC es identificar acciones para reducir las emisiones en un 45% y limitar el aumento global de la temperatura de la superficie terrestre a 1,5°C. No vamos por buen camino, como poco.
Nuestra investigación estudia cómo entender y utilizar las interdependencias y los factores globales para lograr una reducción real de las emisiones. El informe de nuestro equipo de Foresight, Transitioning to a Net Zero World, analiza algunas de las principales áreas de conflicto y complejidad a la hora de abordar las interdependencias globales que conforman el problema del cambio climático. En esta investigación:
- Planteamos cuestiones que evidencian los retos y perspectivas específicos que deben abordarse en los sectores de la agricultura y la industria para la transición a un mundo de cero emisiones netas.
- Consideramos los retos y oportunidades específicos de cada nación para analizar cómo las soluciones, las competencias y las áreas de interés deben variar según la región.